“If the world does not change now… if it does not build peace – true
peace- so that my great-grandchildren have a chance to live in this world, then
I cannot explain why I survived Auschwitz, Bergen-Belsen, and Ravensbruck”.
Ceija Stojka en 2003 con una de su pintura.‘Vienna-Auschwitz’ EPA |
El 28
de Mayo de 1933, Ceija Stojka ve la
luz en Kraubath an del Mur en
Austria. Es la quinta de 6 niños en una familia de vendedores ambulantes de
caballos. Su familia forma parte del grupo Lovara
(gitanos de Europa central).
En el
1941, su padre fue deportado en el campo de concentración y exterminio de Dachau. En marzo 1943 Ceija, a la edad
de 10 fue deportada con su madre Sidonie y el resto de su familia en el
campamento de Auschwitz II (Birkenau). Cambió de campamento dos veces: fue
traslada en Bergen-Belsen y después
en Ravensbrück. Ceija tenía
solamente 12 años cuando fue liberada con su madre y dos de sus hermanos mayores.
Pero aproximadamente 200 miembros de su familia murieron durante el genocidio.
Volvió
con el resto de su familia en Austria. Pero el país continuó a tratar mal los
gitanos y a considerarlos como ciudadanos de segunda clase. Para ganarse la
vida, Ceija Stojka vendiba alfombras. Reprimió durante un largo tiempo los horrores
de los campamentos que había conocido de niña. Es solamente a partir de 1988, a
la edad de 55 años que sintió la necesidad de compartir sus sufrimientos. Con
el apoyo de Karin Berger,
documentalista austriaca, empezó un importante trabajo de memoria y de
escritura. Publicó 4 libros entre el 1988 y el 2005 recordando la vida en los
campamentos. Ceija Stojka fue la primera
mujer gitana a testimoniar los horrores de los campamentos de concentraciones
nazis. Estas revelaciones le fueron reprochados por su comunidad que consideraron
que el silencio era preferible al hablar de estos hechos con los extranjeros,
con los payos. Pero para ella fue importante que Europa se recordase de su
pasado para que no se repitieran otra vez los mismos errores.
En los
años 1990 empezó también a pintar y dibujar: se volvió una artista muy
prolífica porque produjo más que un miliar de piezas sobre un periodo de una
veintena años. Sus obras son representaciones del genocidio. Intentó a dar a
conocer los horrores y la terrible experiencia que ha vivido en los campos.
Igualmente, pinta imágenes de vida feliz que representa la vida antes de la
guerra: viajes y una vida en armonía con las antiguas costumbres.
La
resurgencia de los discursos anti gitanos le hizo temer un nuevo Porajmos. Gracias
a sus obras, intentó alertar a la opinión pública sobre el peligro que les
amenazan. En 1993, recibió una distinción: el premio Bruno-Kreisky por el libro político.
Murió
en Vienna el 28 de enero de 2013 a 79 años y una gran parte de sus obras se han
descubierto después de su muerta, en la casa de su hijo.
Ahora,
vivimos en una época en la cual el anti gitanismo es siempre más presiente en
la vida cotidiana y en la vida política. La desaparición de los sobre vivientes
del genocidio la sociedad empieza a olvidar de los horrores del siglo pasado y
como empezaron: con actos de cotidiana intolerancia, con afirmaciones racistas
por políticos, y después las palabras se han convertido en acciones. Por eso
que es importante transmitir la memoria y trabajar para no repetir lo que pasó.
Pauline Cherbonnier
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