Eslovaquia
obtuvo su independencia el 1 de enero de 1993 después de su ruptura con la
Republica Checa. El país estaba en una situación económica difícil: el peso
importante de la industria pesada, importante sector de armamento, sistema
financiero básico, falta de marco institucional… Además se trató de una doble
ruptura, ya que al acabar el comunismo la Republica Checa ya tuvo un bajón de
su actividad y también una fuerte subida del desempleo. Desde un punto de vista
político y social, el país no consideraba el respeto de sus minoridades
húngaras y gitanas como una prioridad. El país se integró en la Unión Europea
en 2004 y según los expertos se produjo después un “milagro económico” gracias
a una fuerte liberalización: el país se convirtió en la economía más atractiva
de Europa central. De esta forma Eslovaquia se pudo integrar en la zona euro en
2009 al llegar a los criterios de Maastricht.
Los
gitanos son el 2% de la población según las cifras oficiales. Pero en realidad se
cree que hay aproximadamente 440 000 gitanos (sobre una población de 5 400 000
personas, eso representa aproximadamente el 8% de la población). La
Constitución de Eslovaquia, del 3 de septiembre de 1992, reconoció derechos a
sus minorías: “Nadie puede estar penalizado en razón de su pertenencia a una
minoría nacional o a un grupo étnico” (artículo 33). Además, el artículo 34
reconoció el derecho de hablar su lengua materna, de reunirse en asociaciones
nacionales, de fundir instituciones educativas y culturales. Así, sobre el
papel, Eslovaquia no discrimina sus minorías.
Todo
parece perfecto en este país. Pero la realidad es muy diferente. El milagro
económico se ha conseguido especialmente en detrimento de las minorías, apartando
a un lado toda una parte de la población: especialmente los gitanos, que
constituyen una minoría pobre y discriminada.
La
discriminación de los gitanos empieza desde que son niños, ya que en la escuela
la igualdad de oportunidades es imposible: los niños gitanos están recluidos en
colegios especiales reservados a los niños con discapacidades mentales (artículo sobre violaciones del derecho a la educacion). Una modificación de la ley sobre los establecimientos escolares
fue hecha prohibiendo incluir a los niños desfavorecidos en este tipo de
establecimientos por el único motivo socio económico. Sin embargo, los niños
gitanos están sobrerrepresentados en este tipo de colegios.
En
lo que respecta a la salud, Eslovaquia tampoco respecta los derechos de los
gitanos: especialmente con las gitanas. El país fue acusado de practicar la
esterilización forzosa a las gitanas y un caso de 1999 contra el hospital
universitario Louis Pasteur de Kosice fue juzgado recientemente (sobre este caso ver otro artículo).
Recientemente
en una maternidad de Presov, el personal sanitario fue acusado de
discriminación contra una gitana. Esta mujer asegura no haber recibido las
mismas atenciones que las otras mujeres eslovacas, además de haber sido
separada de las otras mujeres e insultada por el personal y otros pacientes. Un
grupo de activistas gitanas de la comunidad de Jarovnice, con la colaboración
del Center for Civil and Human Rigths (“Let’s stop the discrimination and
humiliation of Romani women at maternity hospitals”), hizo una petición al Ministro
de la Salud eslovaco para que interviniera. El hospital rechazó todas las
acusaciones y dijo que fueron las mujeres eslovacas las que no quisieron
compartir sus habitaciones con las gitanas.
En
Eslovaquia, la guetización de los gitanos es también común y se construyen
muros para separarlos. Se puede ver esto en el barrio de Zapad en Kosice. Al
otro lado del muro se encuentra el gueto gitano más grande de Europa, creado en
1981: Lunik IX, donde viven más de 6500 eslovacos gitanos. Este gueto es
insalubre y está en un avanzado estado de deterioro: es un barrio de chabolas. Ha
pasado lo mismo en Ostrovany (1800 habitantes, a una hora de ruta de Kosice):
el alcalde ha construido el primer muro anti gitano de Eslovaquia.
Hay
también muchas denuncias de malos tratos infligidos por la policía contra los
gitanos. A finales de 2016, se hicieron algunas encuestas sobre estos casos.
Recientemente
el ERRC ha recibido un video mostrando a oficiales de policía atacando a gitanos
en la calle en Zborov. El 16 de abril pasado, alrededor de las 16h, un coche de
policía llegó al barrio, después llegaron 6 oficiales de policía en uniforme y
dos otros de paisano. Fueron llamados después de una pelea. Llegaron con porras
y empezaron a golpear indistintamente a niños, mujeres, hombres y personas
mayores. 3 personas necesitaron asistencia medica: un niño de 5 años, un hombre
de 40 años con problemas cardiacos y una mujer mayor con discapacidad. La
ambulancia fue bloqueada por la policía a la entrada del barrio y no pudo
entrar. La persona que grabó la escena asegura haber recibido la visita de la
policía para obligarle a eliminar el video.
Estos
abusos de la policía no son aislados y no ocurren solo en Eslovaquia. Pero
según los observatorios van a generalizarse porque está previsto un refuerzo de
la presencia policial. En efecto, al inicio de 2017 el ministro del interior de
Eslovaquia, Robert Kalinak, ha anunciado una nueva estrategia en la lucha
contra el crimen gracias al aumento de las fuerzas de seguridad en 200
localidades. Sin embargo, el problema es que no quieren dar las informaciones
que les han permitido establecer esta lista. Según una encuesta del ERRC, hay
muchas probabilidades que partan de discriminaciones y de perfiles étnicos: en
efecto, las localidades están fuertemente pobladas por gitanos y no tienen un
alto nivel de criminalidad.
Los
gitanos están excluidos del crecimiento económico eslovaco y de todas las
políticas sociales. Están discriminados, marginados, brutalizados por un poder
que no duda en utilizar el nacionalismo, el patriotismo y el racismo tan en
auge hoy en día en Europa.
Las
tensiones sociales entre los gitanos y el resto de la población aumentan.
Restringiendo los derechos sociales de los gitanos, el poder intensifica la
situación. Se vio en 2004, cuando los gitanos de Eslovaquia se rebelaron:
algunos han asegurado que son peligrosos, pero parece normal que cuando un
pueblo está oprimido, busque rebelarse.
Mientras
las llamadas al orden por las instancias europeas e internacionales son
ignoradas, así como las tímidas tentativas de legislar contra estas
injusticias, el país sigue hostigando a la minoría gitana impidiendo toda
esperanza de romper el círculo vicioso de la pobreza y marginación
en la que vive esta población.
Pauline Cherbonnier
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