Cuando vemos las políticas de los diferentes presidentes y gobiernos en relación con los gitanos, está claro que cada vez son más coercitivas. Esta violencia del estado llegó a su apogeo en la presidencia de Nicolas Sarkozy, lo que los expertos llamaron “Sarkozy appoach”.
Fuente / Sarkozy :"La crisis, el desempleo, el bajo poder adquisitivo, la inseguridad, ¡es él!"; Besson : "Sin hablar de la peste y del cólera"; Hortefeux : "Fuera los auvergnats". |
Todo empezó en 2010, cuando Luigi Duquenet, joven gitano de 22 años, fue asesinado por la policía. Este caso fue seguido por manifestaciones de gran amplitud y la reacción del presidente de la época, Nicolas Sarkozy, fue radical: decidió el desmantelamiento de aproximadamente 300 campamentos ilegales situados en el territorio. Después empezó a promocionar una ayuda para la vuelta a Bulgaria y Rumania con la intención de devolver a los gitanos de estos países. La Comisaria de justicia de la Unión europea, Viviane Reding, criticó fuertemente a Francia e hizo una comparación entre las acciones del gobierno y las redadas durante la Segunda Guerra mundial.
Habríamos podido pensar que la elección de François Hollande habría podido cambiar las cosas, ya que el candidato prometió poner fin a las medidas contra los gitanos. Pero los socialistas no lo han hecho mejor: las expulsiones y los desmantelamientos han seguido.
El pasado 30 de marzo, otro gitano perdió la vida en manos de la policía: Angelo Garand. Pero este caso ha pasado casi desapercibido. La cobertura mediática se concentró sobre otro caso: la violación de Théo por… la policía! Y el 22 de abril, hubo manifestaciones para pedir la obertura de una encuesta sobre las circunstancias de la muerte de Angelo, muerto por la policía en el domicilio de su padre en el Loir et Cher. El joven fue encarcelado en la prisión de Vivonne por robo y disfrutó de un permiso para visitar a su familia. Según el GIGN, la utilización de armas de fuego fue justificada porque Angelo se habría mostrado violento y se habría resistido a la policía. Según sus hermanas, es imposible que se suicidara o que se hubiera opuesto a la policía.
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Así, los gitanos de Francia esperan que el presidente Macron pueda llegar a hacer cambiar la situación en el país.
Pauline Cherbonnier
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