Mañana,
25 marzo, se celebrará la beatificación de Emilia Fernández Rodríguez, apodada
la «Canastera».
Emilia
nació el 13 de abril de 1914 en Santa María de Tijola (un pueblo cerca de Almería).
Vivió con sus padres Juan José Fernández y Pilar Rodríguez Rodríguez en una
casa-cueva en la parte alta de la ciudad. Sus padres fueron artesanos
de cestos de mimbre (de ahí viene su apodo) y los vendían en los pueblos.
Creció en una gran familia y con tradiciones gitanas.
Aunque
la guerra civil fue un periodo difícil, Emilia siguió con su vida normal y se
casó con Juan Cortès (nació el 29 de mayo de 1915) en 1938. Almería estuvo durante
casi toda la guerra bajo dominación republicana, pero Juan rechazaba ir a
combatir para ambos lados en la guerra civil. Emilia hizo lo mismo, tampoco
quiso ponerse ni del lado de los republicanos y ni de los insurgentes. Para no ser
reclutado por el ejército republicano, Juan se hizo el ciego. Cuando las
autoridades vinieron, creyeron y decidieron que él no estaba apto para
combatir. Pero poco después, un inspector se presentó y entendió que Juan había
mentido para no ser reclutado por el ejército republicano. El 21 de junio de
1938 fue encarcelado en la prisión del Ingenio. Emilia que le había ayudado a “escaparse”
de ser reclutado por el ejército fue también encarcelada en la prisión de
Gachas Coloras.
El
juicio tuvo lugar el 9 de julio de 1938 y los dos enamorados fueron condenados
a 6 años de cárcel. Emilia descubrió que estaba embarazada e intentó esconderlo
a las autoridades. La vida en la cárcel fue mucho más difícil por su estado.
Las mujeres que estaban con ella le ayudaron a sentirse mejor durante su
embarazo.
Antes
de ir a la cárcel, Emilia no era muy religiosa, pero en la cárcel su fe en Dios
aumentó especialmente con Loli (Dolores del Olmo Serrano). Se acercaba más de
Dios y rezaba mucho, es en la cárcel donde se vuelve muy piadosa: aprendió las
alabanzas, los salmos… Fue fiel a Dios y también a las mujeres que le habían
ayudado. Pudo haber mejorado su nivel de vida en la cárcel delatando a sus compañeras
que le habían catequizado. Pero no lo hizo y fue enviada a una celda de aislamiento
con Loli. La vida allí fue más difícil para una mujer embazada y el frio del
invierno no ayudó mucho. Tampoco estuvo bien alimentada y como la mayor parte
de las mujeres de la cárcel sufrió mucha desnutrición. El gobierno no contestó
a ninguna solicitud de liberación.
El 13
de enero de 1939 a las 2 de la madrugada, dio a luz en la cárcel a una hija,
Ángeles, que fue bautizada el mismo día. Emilia fue una persona débil y
enferma. Pidió otra vez “gracia” al
gobierno el 24 de enero pero finalmente murió el 25 sin obtener contestación.
Su certificado de fallecimiento especifica que había sucumbido a una “infección
puerperal añadida a un cuadro de bronconeumonía”.
Emilia
fue arrojada a la fosa común del cementerio municipal de Almería. Juan, el
joven viudo, fue liberado al acabar la guerra y se casó con Isabel, la hermana
pequeña de Emilia. Ambos han muerto ya, al parecer sin hijos.
Según
la Iglesia, Emilia murió por el trato inhumano en prisión a causa de su fe. Si
ella hubiera delatado a su catequista y hubiera renunciado a una vida
cristiana, habría sido premiada con mejores condiciones. Del bebé, Ángeles
Cortés Fernández, no se sabe nada: probablemente fue entregada en adopción a alguna
familia.
Emilia
la Canastera fue elegida mártir por José Álvarez Benavides y de la Torre y
otros 114 compañeros. La ceremonia de beatificación será el próximo 25 de marzo
a las 11 de la mañana en el Palacio de Congresos de Aguadulce, Almería. Será la
primera mujer gitana beata de la Iglesia Católica.
Pauline Cherbonnier
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