A
menudo España está considerada en Europa como un modelo de integración del
pueblo gitano. Un país donde los gitanos pueden vivir en harmonía con los demás
sin riesgo a perder su cultura y sus tradiciones. Así que para muchos en
Europa, España es un paraíso para los gitanos: un país donde no tienen
problemas, no sufren discriminación o racismo. Muchos países europeos utilizan
esta imagen perfecta para mejorar la situación de los gitanos en sus países:
“¡hay que hacer como en España!”.
Pero
en la realidad, ¿es España realmente un paraíso para los gitanos?
En
primer lugar, necesitamos saber de dónde viene este mito de una integración
perfecta e idealizada. No una integración en el sentido de asimilación, sino en
el sentido de una harmonía de vida, es decir, de convivir, del intercambio de
cultura y del respeto a los demás.
Según
algunos autores este mito viene de las autoridades públicas y de los medios de
comunicación. Algunas asociaciones gitanas reivindican que en España los
gitanos viven mejor que en otros países europeos. Podemos también recordar que
tras el fin de la dictadura franquista, el nivel de los gitanos mejoró al igual
que el resto de españoles debido a las políticas del estado de bienestar. A
pesar de esta mejora, la brecha social entre la población gitana y no gitana
continuaba.
Pero
cuando uno necesita actuar por algo y un número importante de asociaciones
gitanas reclaman sus derechos, quiere decir que algo pasa y, por tanto, la
situación no es perfecta. De hecho, los gitanos no necesitarían asociaciones si
tuvieran los mismos derechos efectivos y las mismas posibilidades que el resto
de la población española.
Aunque
tal vez la situación de los gitanos españoles es mejor que en otros países
europeos. ¿Es perfecta? Nada de eso. En España, como en toda Europa, los
gitanos son la población más estigmatizada y marginalizada por la sociedad
mayoritaria.
Los
medios de comunicación transmiten los estereotipos y los clichés que alimentan
los discursos de odio y las actitudes negativas de la población mayoritaria
sobre los gitanos.
Las
discriminaciones en el ámbito de la educación, del acceso al empleo, a una
vivienda y a los servicios de salud son muy comunes. En el ámbito de la
educación, existe segregación escolar, ya que muchos centros escolares pueden
tener entre un 80% - 90% de niños gitanos. Este tipo de segregación escolar es
el fruto de la segregación en vivienda que deriva de las reubicaciones de las
familias que vivían en chabolas durante los años 70. Asimismo, hay quejas por
parte de los gitanos de que la calidad de la educación en estas escuelas
segregadas está por debajo que en el resto de escuelas. La tasa de abandono
escolar temprano es de 63,7% contra solamente 25% por el resto de la población
(FSG, 2013). Además, hay menos estudiantes gitanos en las universidades.
Finalmente, la cultura gitana y sus aportaciones a la cultura española durante
casi 5 siglos no están incluidas en el currículo escolar, teniendo en cuenta
que los gitanos representan una parte importante de la sociedad española.
En
relación al acceso al empleo, sabemos que aproximadamente 47,5% de los gitanos
están en situación de desempleo (Fundación Foessa, 2014) mientras que la tasa
del resto de la población es del 14%.
Podemos
también mencionar los abusos de la policía que estigmatiza la población gitana
con la violencia, los robos y crímenes. Los gitanos españoles son el grupo
social más perseguido por la policía por su perfil étnico. La policía tiene
tendencia a focalizarse especialmente en la población gitana. El 60% de los
gitanos dicen sentirse “controlados” por la policía por razón de su pertenencia
étnica.
Claro
que España ha hecho mucho por los derechos de los gitanos, si se la compara con
la situación en otros países. Pero está muy lejos de ser un modelo perfecto a
seguir y le queda mucho por hacer.
Pauline Cherbonnier
Totalmente de acuerdo
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