Durante
la guerra, se estima que el 90% de los gitanos checos fueron asesinados. Como ocurrió
en otros países, el país no esperó la llegada de los nazis por promulgar leyes
contra los gitanos: ya en 1927, Checoslovaquia promulgó leyes contra los
gitanos nómadas y les dio cédulas de identidad diferentes a las de otros
ciudadanos checoslovacos. Las cosas se aceleraron con el Protectorado de
Bohemia y Moravia instaurado por los nazis el 15 de marzo de 1939
(Checoslovaquia fue desmembrada en septiembre de 1938 según los acuerdos de
Múnich). El 30 de noviembre de 1939, un reglamento del ministerio del interior
prohibió el nomadismo a partir de enero de 1940, y los que no obedecieron fueron
encarcelados. El 24 de junio 1942, el ministro del interior del Protectorado,
Richard Bienert, ordenó hacer censos y estadísticas sobre los “tsiganos, gitanos y las personas que tienen un
estilo de vida tsigano”: 6500 personas fueron registrados sobre la base de
antiguos informes y a menudo en función de su color de piel. 5500 gitanos del Protectorado
fueron enviados a Auschwitz y solamente 583 sobrevivieron.
Rápidamente,
el campamento alcanza su capacidad máxima y se construyen nuevos edificios. Los
prisioneros fueron los encargados de cortar los árboles, construir las rutas
(entre Pilsen y Ostrava) y trabajar en las granjas de los alrededores. Las
condiciones de vida fueron difíciles: poca comida, poca ropa para el invierno,
brutalidad por parte de los guardias. A eso se añade también una gran epidemia
de fiebre tifoidea en diciembre de 1942.
Según
las cifras oficiales, 326 gitanos (hombres, mujeres y niños) murieron en Lety
entre 1942 y 1943 por la fiebre tifoidea, el hambre o daños corporales. La
mayoría de los 1300 gitanos que quedaron fueron enviados a las cámaras de gas
de Auschwitz: transferidos progresivamente entre diciembre de 1942 y el cierre
del campamiento en mayo de 1943.
Después
de la guerra los campamentos gitanos de Checoslovaquia cayeron en el olvido. En
1974, en la época comunista, una gran pocilga industrial (13000 cerdos) fue
construida donde estaba el campamento de Lety. Igualmente, en Hodonin fue
construido un centro de vacaciones (sin embargo, este fue cerrado en 2009
después de su adquisición por el ministerio de la educación).
Desde
hace algunos años, asociaciones gitanas y anti racistas luchan por el
desmantelamiento y el desplazamiento de la pocilga. Los activistas consideran
que es una vergüenza para el país dejar prosperar ese tipo de industria sobre
un lugar donde han ocurrido semejantes atrocidades, un lugar que debería ser un
lugar de memoria. Los activistas consideran que la pocilga es un símbolo de la
posición del gobierno checo con los gitanos: denegación, incomprensión,
desprecio e indiferencia. Los activistas se reagrupan en diferentes
asociaciones que trabajan por mantener en vida la cuestión y defender el sitio
contra manifestaciones de la extrema derecha.
Las
activistas intentan hacer perdurar la memoria de Lety. Cada año, el 13 de mayo
se celebra una ceremonia conmemorativa y para la ocasión los ventiladores de la
pocilga se apagan. El 13 de mayo de 1995, el presidente Vaclav Havel inauguró
un monumento de piedras en memoria de los muertos de Lety. Otro monumento fue
erigido en el cementerio de Mirovice a 3 km del lugar donde están enterrados
los niños gitanos muertos en Lety. En 2005, una exposición de fotografías históricas
y de documentación titulada “El
campamento de Lety: historia de un genocidio pasado sobre silencio” fue
instalado en el Parlamento europeo antes de hacer una gira por diferentes
ciudades europeas.
Los
sobresaltos en este caso son numerosos, y los gobiernos sucesivos han prometido
muchas veces hacer de Lety un lugar para la memoria histórica. Este caso atrajo
la atención del Parlamento europeo, que hizo dos resoluciones en 2005 y 2008
pidiendo expresamente al gobierno desplazar la pocilga. Además, la sociedad
propietaria de la pocilga, AGPI Pisek, no se opuso al desplazamiento de la
pocilga a condición que el estado ofreciera una compensación adecuada. Además,
la sociedad utilizó como pretexto que no habían sido ellos los que,
inicialmente, instalaron la pocilga en este lugar. El ministro de cultura,
Daniel Herman, había afirmado en 2016 que un acuerdo sobre la adquisición del
establecimiento estaría concluido “antes del
fin del mandato del gobierno” en otoño 2017.
La
semana pasada, el jueves 29 de junio, este caso rebrotó: el presidente checo
Milos Zeman se pronunció contra desmantelamiento o desplazamiento de la
pocilga. Durante una entrevista por el canal de televisión privada TV Barrandov,
dijo: “estoy en contra de la liquidación
de una empresa que prospera, porque sería una perdida para la economía nacional”.
Además, adelantó que la operación costaría mil millones de coronas
(aproximadamente 38 millones de euros). También añadió: “que las empresas agrícolas e industriales funcionan cuando no se le
ponen obstáculos inútiles en su camino”. Así que los intereses económicos
pasan por encima de todo. Según Benjamin
Abtan, presidente d’Egam (European Grassroots Antiracist Movement), “las declaraciones del presidente quedan al
revisionismo en comparación con lo que ha pasado en este campamento de
concentración”.
Según
Petr Uhl, antiguo encargado de derechos humanos del gobierno, no es solamente
una cuestión de dinero: “el fracaso no es
cuestión de dinero. Todo gobierno que haga algo por desplazar la pocilga o por construir
un lugar de memoria digno de este nombre se arriesgaría en perder electores,
porque la población es antigitanista y el gobierno no hace nada en las escuelas
y en los medios por disminuir este sentimiento antigitano de la población”.
Añadió, también: “los guardias aquí, en
Lety, fueron gente local que hablaba checo, fueron policías del Protectorado,
un órgano de ocupación como el régimen de Vichy en Francia. Una diferencia: en
Francia se ha reconocido la culpabilidad histórica, pero nosotros, decimos que
los culpables son los alemanes. El proceso todavía está empezando. Debemos reconocer
que no fueron unidades de SS como en Terezin, pero que, lamentablemente, fueron
policías checos, que, después de la liberación no fueron juzgados”.
Dos
libros de referencias fueron publicados sobre el campamento de Lety: Black Silence, the Lety Survivors Speak,
de Paul Polansky (escrito con testimonios), y And No One Will Believe You, de Markus Pape. Este último muestra la
responsabilidad checa en el genocidio, señalando que el campamento de Lety
funcionaba de mañera autónoma en cuanto al Reich y Praga. Considera también que
el campamento fue un verdadero campamento de exterminio, contrariamente a lo
que dicen personalidades políticas que hablan de campamento de trabajo (el diputado
del Parlamento europeo, Miroslav Ransdorf, había puesto en duda la existencia
de un campamento de concentración en Lety, igual que el presidente de la
Republica, Vaclav Klaus, que había declarado que Lety fue solamente un
campamento para personas que rechazaron trabajar).
Así, parece que el principal
problema para el cierre de la pocilga de Lety sería el ambiente de antigitanismo
que hay en la Republica Checa y el no reconocimiento de su historia. Tal vez ya
es hora, más de 72 años después del fin de la guerra y el cierre de los
campamentos, que la Republica Checa reconozca su responsabilidad en el
genocidio y respete por fin la memoria y la dignidad de su minoría gitana.
Pauline Cherbonnier
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