La bailarina Carmen Amaya, originaria de Barcelona, exactamente de Barceloneta del barrio de Somorrostro, viajó por todo el mundo con el flamenco, llegó hasta Hollywood actuando por el presidente Franklin Roosevelt, quien recompensó su actuación con el regalo de un bolero.
En su familia la música fue siempre presente; su padre
fue un “tocador de guitarra”, su madre ocasionalmente bailaba en la intimidad
de la familia. Así, ella y sus hermanos crecieron con la música: el primer hijo
de la familia Amaya fue guitarrista, y los otros bailarines, como Carmen.
Carmen inició a bailar con el padre, y pian piano
llegó su debut en el teatro Español del Paralelo con la compañía de cómicos
de Josep Sant Pere y Josep Bergés. Probablemente, su primera actuación en
un teatro fue con la obra La Campana de Gràcia.
Su carrara tardó poco en dar un gran
salto: Carmen Amaya actuó en París con
gran éxito, en el Teatro Palace. Aprovechando su estancia en
París, el director de cine Benito
Perojo se fijó en el Trío Amaya (formado por Carmen,
su tía Juana y su prima María) para ambientar “A lo flamenco” unas secuencias
de su película “La Bodega”.
Así en el 1929 Carmen salió en esta película y su fama en el mundo del flamenco fue aumentando. Sobre todo, porque en aquella época la vio bailar Vincente Escudero, bailarín, coreógrafo y pionero en la renovación del flamenco, leyenda del baile español, él cual afirmó que Carmen Amaya haría una revolución en el baile flamenco ya que representaba la síntesis de dos grandes estilos. El baile de Carmen Amaya era, y sigue siéndolo, una síntesis entre el antiguo y el nuevo, el canónico y la innovación.
Cuando volvió a Barcelona en el 1959, se inauguró en su honor la fuente situada en Carrer de Miquel Boera, que lleva su nombre. No es un caso que la fuente está situada muy cerca del lugar donde ella iba a buscar agua de pequeña.
En el 2003 la fuente fue restaurada y se puso un relieve muy curioso y naif a obra del escultor Rafael Solanic en el que se ve a unos angelitos tocando la guitarra y bailando. Barcelona la recuerda con esa fuente, en el su barrio la que una niña siguiendo su sueño llegó a ser una celebridad y sobre todo una novedad en el baile.
Filippo
Leonzi
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